A veces nos olvidamos que nuestras reacciones, o aquello que decimos y sobre todo como lo decimos, afectan a los demás.
Hoy recordaba una historia de esas que circulan por internet. Una de esas reflexiones cortas que nos invitan a pensar acerca de nuestras actitudes con las cosas y la forma como muchas veces reaccionamos.
Cuenta la historia acerca de un padre que regaña a su niña de tres años por desperdiciar un hermoso papel de regalo que tenían guardado para una ocasión especial.
El dinero escaseaba en ese entonces, por lo que nuestro amigo presa de sus tensiones explotó con furia.
Ala mañana siguiente la niña le lleva el regalo a su padre y le dice:
-Papito esto es para ti
El se sintió avergonzado por su reacción de la noche anterior, sin embargo una nueva explosión de furia no se hizo esperar cuando abrió la caja y se dio cuenta de que estaba vacía.
– ¡¡ No sabes que cuando uno da un regalo a alguien, se supone que debe haber algo adentro !! -le gritó
-Pero papi, repuso la niña – la caja no está vacía, no lo ves, yo la llené de besitos y de mucho amor para ti.
El padre se sintió morir, abraza a su pequeña y le pide que lo perdone.
El hombre guardó la cajita de regalo debajo de su cama por años, y cuando se sentía derrotado, triste o abatido, sacaba la caja de regalo de debajo de su cama y tomaba uno de los besitos y un poquito del amor que su niña había puesto allí.
¿Cuantas veces juzgamos las cosas desde nuestros ojos, sin tener en cuenta los motivos o las intenciones reales de las otras personas?
¿Cuantas veces presos de la ira, o el mal genio reaccionamos sin pensar y herimos a alguien más?
¿Cuantas veces nuestras presiones económicas o nuestro estrés nos llevan a descargarnos en quien no deberíamos y en quien paradójicamente está allí para apoyarnos o para darnos su amor?
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