El ser humano cuando tiene hambre busca comida y come, cuando tiene sed busca bebida y bebe, pero esto no nos diferencia de ninguna otra especie animal. Uno de los aspectos que nos diferencia de otras especies animales es que hemos conseguido organizar y gestionar el conocimiento y el aprendizaje. De hecho, durante los 14 primeros años de vida del ser humano es su actividad principal y continua en mayor o menor medida durante toda su vida.
Es lógico suponer que el ser humano también tenga que ingerir conocimiento para su propio desarrollo y, que si lleva un tiempo sin conseguirlo, tenga una necesidad vital del mismo, lo que le llevaría a buscar conocimiento y adquirirlo.
Sin embargo, esto no ocurre así. Parece que nuestro alumnado está saciado de conocimiento. Ignoro las razones, pero algunas podrían ser:
- Al igual que la denominada “comida basura”, que sacia y no alimenta, pasa lo mismo con el conocimiento basura. Las tres fuentes más habituales son: el adoctrinamiento, parte de la información que circula por la red y determinados programas de televisión. Nuestro alumnado mayoritariamente consume información a través de internet y esto posiblemente sacie su necesidad de conocimiento pero, al igual que la comida basura, no le alimentará.
- Lo mismo que a algunos animales se les ceba para el engorde, pasa con nuestro alumnado en su periodo de formación obligatoria. El profesorado cebamos a nuestro alumnado con el conocimiento de nuestras asignaturas. Si esto es así, es lógico que nuestro alumnado no tenga necesidad de consumir conocimiento. Sencillamente está “empachado”.
En cualquier caso, si nuestro alumnado está “lleno” de conocimiento, es evidente que no tendrá necesidad de buscarlo. Su organismo irá desechando conocimiento sobrante pero cuando esto ocurre le llenamos con otro conocimiento (y/o se llena con conocimiento basura). Así pues, durante el periodo de formación académico, nuestro alumnado no siente la necesidad de consumir conocimiento y lo malo de esto es que le creará hábito.
Lo mismo que hay campañas para que se haga un consumo saludable, el profesorado debería prestar más atención a enseñar a nuestro alumnado a consumir conocimiento de calidad en sus dosis justas y enseñarle a buscarlo cuando tenga hambre de conocimiento.
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