El que no sabe ver televisión
acepta todo. Todo lo que oye y mira. Engulle cuanto le sirven. Se traga lo
mismo la verdad que la ficción, el bien y el mal, el arte y la cursilería. Nada
rechaza. Le da lo mismo este programa que aquel. Con tal de ver. Espectador
buzón. Por la abertura va cayendo cuanto ahí se deposita. Violencia, canciones,
sexo, anuncios, idioteces, deporte, teatro, basura, cualquier cosa cabe en el
buzón abierto.
El que no sabe ver televisión no elige. Elegir implica rechazar algo y aceptar algo. Encender o apagar el botón del aparato. Cambiar el canal a otro. Esperar tal programa, seleccionar con criterio, obrar humanamente, es decir, ejercitando la libertad no abdicando de ella, con propia voluntad de señor, que lo contrario es esclavitud, "la peor de todas" que es dejarse esclavizar voluntariamente. ¡Que pocos son los que escogen su ración de espectáculo! La mayoría simplemente se sientan en el sofá a esperar con gusto a que le sirvan lo que más allá de la pantalla otros quieren.
El que no sabe ver televisión no jerarquiza los valores. Jerarquizar es imponer un orden. Y lo que priva en la pequeña pantalla de casa es el desorden.
El que no sabe ver televisión se deja influenciar de tal modo por cuanto ve y escucha, que su vida acaba por amoldarse al capricho de las imágenes recibidas.
Conservarse "persona" ante la tv, el cine y el ambiente significa no dejar que le hurten a uno el tesoro de la individualidad. Ser como uno quiere ser, como uno debe ser "con sello propio". Con rubrica personal. Sin permitir que el espectáculo lo despersonalice a uno y lo magnifique.
Hoy todo mundo sabe manejar un automóvil, hablar ingles, depositar dinero en el banco, hacer una llamada telefónica, dar respiración artificial, mil cosas de urgencia cotidiana. Lo que a casi nadie preocupa es saber leer el periódico, oir radio, ver cine y televisión, todos dan por hecho que ya saben hacerlo, y para colmo, ni siquiera necesitan saberlo. El ignorante sabe que ignora; pero el imbécil ni siquiera se da cuenta.
El que no sabe ver televisión no elige. Elegir implica rechazar algo y aceptar algo. Encender o apagar el botón del aparato. Cambiar el canal a otro. Esperar tal programa, seleccionar con criterio, obrar humanamente, es decir, ejercitando la libertad no abdicando de ella, con propia voluntad de señor, que lo contrario es esclavitud, "la peor de todas" que es dejarse esclavizar voluntariamente. ¡Que pocos son los que escogen su ración de espectáculo! La mayoría simplemente se sientan en el sofá a esperar con gusto a que le sirvan lo que más allá de la pantalla otros quieren.
El que no sabe ver televisión no jerarquiza los valores. Jerarquizar es imponer un orden. Y lo que priva en la pequeña pantalla de casa es el desorden.
El que no sabe ver televisión se deja influenciar de tal modo por cuanto ve y escucha, que su vida acaba por amoldarse al capricho de las imágenes recibidas.
Conservarse "persona" ante la tv, el cine y el ambiente significa no dejar que le hurten a uno el tesoro de la individualidad. Ser como uno quiere ser, como uno debe ser "con sello propio". Con rubrica personal. Sin permitir que el espectáculo lo despersonalice a uno y lo magnifique.
Hoy todo mundo sabe manejar un automóvil, hablar ingles, depositar dinero en el banco, hacer una llamada telefónica, dar respiración artificial, mil cosas de urgencia cotidiana. Lo que a casi nadie preocupa es saber leer el periódico, oir radio, ver cine y televisión, todos dan por hecho que ya saben hacerlo, y para colmo, ni siquiera necesitan saberlo. El ignorante sabe que ignora; pero el imbécil ni siquiera se da cuenta.
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